jueves, 4 de septiembre de 2008

La zurda (13 de agosto de 2008)

Hoy me levanté con el pie izquierdo: Internet no funcionaba y todo me salió mal.¿Qué hubiera ocurrido de levantarme con el pie derecho? Cuando ya había escrito gran parte del programa, advertí que hoy es “El día Internacional del Zurdo” y tuve que arrancar de nuevo. Las banderas en los retratos siempre flamean hacia la derecha. La derecha es diestra y la izquierda es siniestra. Hacer las cosas por izquierda es hacerlas mal. Ser derecho es ser justo, bueno, decente. Alguien adiestrado es civilizado. En inglés, derecho y correcto se dicen igual. Aunque claro: entre ser derecho y humano, prefiero ser izquierdo y humano. Porque la zurda, y estos lo saben los tangueros de ley (aunque pensándolo bien, ninguna ley puede ser izquierda, porque las leyes pertenecen al Derecho), la zurda es el corazón. A la derecha siempre han habitado la razón y Dios (extraña pareja ¿no?); a la izquierda el pulso carnal y el llamado del demonio (tal vez por eso la izquierda es roja). Si un zurdo no sabe patear con la derecha, es zurdo cerrado. Si un diestro no sabe patear con la zurda, nadie lo nota.
El zurdo es por convención cultural, un ser distinto. O diferenciado. Cuando escribe “agarra mal el lápiz”, corre la tinta con el brazo y le cuesta cortar porque las tijeras son para diestros. Y si llega a ser exitoso o triunfante entonces no será diferente sino distinguido.
Los hombres tenemos ojos derecho e izquierdo, pero nuestra mirada es una. Los ojos , ciegos de insomnio y desasosiego, giran hacia la derecha y hacia la izquierda. Frente a ellos la tierra se abre, se desabre, se oscurece con restos de sangre y pólvora; sudor y lágrimas. Pero lo ojos, conciente o cínicamente, giran hacia la derecha o hacia la izquierda mientras frente a ellos las oxidadas bobinas industriales gritan afónicas el enésimo menos cero y el mundo allá afuera no quita el pie del acelerador. Los ojos miran al costado, pero no al frente.
Hace muchos años- no sé cuántos; muchos- un puñado de hombres proponían conservar el orden. Diseñaban enunciados y reglas morales. A pesar de su pragmática línea, se la llamó derecha. Quizá por eso que, a los hombres, que proponían cambiar esa línea, se los llamó izquierda. Pero el tiempo, que sabe más por viejo que por tiempo, los encontró a ambos mezclaos en el mismo lodo, todos manoseaos. Enfrentándose, pareciéndose. Confundiéndose.
En estas tierras hace unos años se ha vuelto a hablar de esta terna dicotomía, colores pintados de segunda mano. Porque ni siquiera se discuten conceptos: sólo etiquetas.Etiquetas que pone la máquina remarcadora de la confusión. Esa que manejan los centros de poder, que saben ubicarse justamente al centro. Pero no al centro de Adam Smith o de Karl Marx. Simplemente al centro del poder. Porque hace muchísimos años- mucho antes que todo lo mencionado- un par de tipos descubrieron que la tierra no era cuadrada sino redonda. Y por tanto que giraba y se podía girar sobre ella. Es decir que la izquierda podía ser derecha con sólo dar la vuelta.

Lou Reed - Walk on the wild side




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