sábado, 20 de septiembre de 2008

Dos (18 de septiembre del 2008)


Lo albañiles lo saben: hay paredes que se levantan para construir y otras para cercar. También hay paredes que deben ser derribadas. Jorge Julio López era albañil.
El que busca encuentra, suelen decir. Creo que fue un filósofo griego, Platón o algo así. También se dicen que el que quiere puede. Aunque a veces el que puede no quiere. O no sabe lo que quiere. O hace que quiere pero no quiere poder. En fin, es probable que tampoco sea tan fácil. Pero mucho más fácil es quedarse con las manos vacías cuando se tienen los brazos cruzados.
Jorge Julio López desapreció dos veces. La primera vez fue en octubre de 1976, cuando fue detenido ilegalmente por el último gobierno militar. En junio de 1979 recuperó su libertad.
La segunda vez que López desapareció fue en democracia. López era querellante en la causa que acusaba a Miguel Etchecolatz como genocida y un testigo clave. Sus declaraciones envolvían a más de sesenta militares y policías. Un 18 de septiembre del 2006 –hace dos años exactamente- salió de su casa. Aún no tiene fecha de regreso.
Dos años sin pistas y sin respuestas. Dicen que querer es poder. Yo sé que poder es nada menos que poder. Y cuando se puede, algo se logra. Pero van dos años y lo único que se ha logrado es atenuar el reclamo de algunos y promover la resignación en otros. En dos años sólo se han levantado pareces que cercan y ciegan. El que busca encuentra, suelen decir. “Si no me encuentras enseguida, no te desanimes, si no estoy en aquel sitio, búscame en otro. Te espero, en algún sitio estoy esperándote” diría Walt Whitman. “Ha llegado la hora de buscar a los perdidos”escribió alguna vez Friedrich Nietzsche. Pero claro: López no está perdido sino desparecido. Y lo que se desaparece, se busca y se reclama. Porque si no aparece López, lo que desaparece es la democracia. Y no hace falta ser albañil para lo mucho que costó- y cuesta- construirla.

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