jueves, 4 de septiembre de 2008

Frugal (15 de agosto del 2008)


La noche quebradiza, empañada por la bruma de las horas y las frustraciones ordinarias, ya deja ver las estrellas y una de ellas, bien lejos, tan a mano, señala el camino. “Es mi destino, piedra y camino/De un sueño lejano y bello, viday/Soy peregrino” cantaba Atahualpa y ese es nuestro destino: y frugal, silvestre. Adónde sea que haya verde, corramos: lejana pampa mía o aquí nomás, Villa Elisa. Ya marcha la peregrinación hacia la eterna promesa de libertad, inmensa llanura de piernas abiertas, dejando atrás el macizo esqueleto de la ciudad, sin mochilas ni relojes ni brújulas. Recoge tus cosas y largo de aquí. “Coge por azar lo que hayas reunido” apunta Bob Dylan y advierte “la carretera es para los jugadores, más te vale ser prudente”. Por eso no deberás de andar el camino con los ojos cerrados, ni el pulso adormecido, ni el alma acorazada. Arrojate a su lecho expectante, a las hierbas tupidas, al olor a tierra, a la caricia del sol, a la poesía urgente que expide el aire azul, al arco iris de ese lienzo llamado tierra. “¡Oh renuevo de amor, triunfal aurora en la que doblegando a sus pies los dioses y los héroes, la blanca Calpigia y el pequeño Eros cubiertos con nieve de las rosas las mujeres y las flores su bellos pies cerrados!” exclama exultante Rimbaud. Y exultante es nuestra huida. En el camino, libre y silvestre, on the road, voracidad de Don Juan, super hippie e hiper trippie. Campo abierto, obsequio divino. Sin alambres ni patrones ni reclamos más que el de su abrazo. Brotan olivos de rima en la rima de Oliverio: “En lo alto de esas cumbres agobiantes/hallaremos laderas y peñascos, donde yacen metales, momias de alga, peces cristalizados; pero jamás la extensa certidumbre de que antes de humillarnos para siempre, has preferido, campo, el ascetismo/de negarte a ti mismo.”. Sagrada extensión girando en la plegaria de Girondo. “A veces soledad, otras silencio, pero ante todo, campo: padre-nuestro.”.
Allá vamos, rutas argentinas. O al menos eso añoraremos esta noche, hasta que la mañana nos despierte nuevamente encadenados al esqueleto de la ciudad, rodeados de gris,nubes, mochilas, relojes y brújulas. Pero tal vez nuestro anhelo silvestre pueda calmarse aquí nomás, donde sea, en la plaza o Villa Elisa, si el sol está dispuesto a servirnos un bocado de luz, blando y frugal.

Almendra - Rutas argentinas






Bebe y Los Delincuentes - Después




No hay comentarios: