jueves, 4 de septiembre de 2008

Desde lejos no se ve (20 de agosto del 2008)

Otro día más se enciende la alarma dorada, se extienden los brazos del sol, se apilan las nubes, cae la húmeda cortina matinal. Otro día más comienza un día. Y los hombres amanecen, que no es poco, firmes , valientes o resignados. Arremeten contra el sueño y el ahogo. Pero desde lejos no se ve.
Los hombres ,pequeñas hormigas ,sangre de humanidad, recorren las venas de cemento, cargan en sus espaldas cruces y hojas del tiempo. Aunque desde lejos no se ve. Los hombres pequeños arriban a sus puestos, preparados, listos , ya, descargando todo su fuego en blancos desabridos, pólvora en chimangos. Y desde lejos no se ve. Los hombres pequeños encaran sus pequeños oficios con ternura, pericia, pasión, desgano, amor, odio. Pero desde lejos no se ve. Los hombres pequeños ven el fruto de sus manos. A veces con orgullo, otras con indiferencia o tristeza. Pero desde lejos no se ve. Pan de cada día, zapatero a tus zapatos, los pequeños hombres desde sus pequeños lugares hacen del mundo un lugar inmenso. Tan inmenso es que a esos pequeños hombres felices o a estos hombres tristes-como cantaba Spinetta-desde lejos no los ven.”Cuanta ciudad, cuanta sed, y tu un hombre solo” decía la canción. Mientras tanto los pequeños hombres aman, odian, lloran, sufren, ríen. En fin: viven la vida mientras sus vidas se consumen y desde lejos no se ve. Detrás del pan o de esa suela de zapato, habrá vidas enteras, pero el resto de los hombres apenas lo morderán, tal vez lo calzarán. Y nada más. Porque desde lejos no se ve.
Habrá también hombres grandes- que por cierto, nada tienen que ver con los grandes hombres- que se creerán enormes realmente. Pero para Dios-o ese cúmulo de fe en el cual delegamos lo incompresible- no serán más que hombres pequeños. Porque desde lejos, allá arriba, tampoco se ven.
Se va otro día y los hombres pequeños regresan a sus guaridas, a sus madrigueras, a sus cuarteles. Algunos son aguardados por un plato tibio de amor; otros, por una cama vacía. Y al final del día eso será lo que cuente. Aunque desde lejos no se ve. Y luego, no mucho más. Al final del día, esperar que llegue otro día.

Almendra - A estos hombres tristes






Los Piojos - Desde lejos no se ve




No hay comentarios: